miércoles, 25 de enero de 2017

Fugacidad




 
 

Te perdí, y aún así sigues pasando. Con cada vuelta son minutos que me restas, pero todavía me queda un poco de ti y cada vez menos . Pero me lo tengo merecido. ¿Cuántas veces te he matado? ¿Y los demás? Cada me aburro, o cada vamos a matar el tiempo, eran puñaladas y cuchilladas a ti. Siempre me planteaba ser como el Sombrero, mi querido Sombrerero y jamás perderte, solo cuidarte y tenerte, sin hacerte daño, pero acababa mandando algún mensaje de me aburro como excusa para hablar con alguien que mi corazón empezaba a preciar un poco más que a ti y era entonces cuando me olvidaba de que cada mensaje de me aburro te sentías traicionado y así fueron pasando mis días unos mejores que otros y otros peores que algunos. Hasta que empecé a vivir y me emborraché a base de sonrisas y de abrazos,me emborraché de la vida. Fui aprendiendo a tenerte a mi lado, sin que nos hiciésemos daño. Aprendí a pararte y a detenerte, mientras que otras marcabas tú el ritmo y pasabas más rápido de  lo que yo deseaba, y algunas veces eran mis padres los que te marcaban a ti, con aquellos a las 10 en casa, o los no llegues tarde. 

También te gustaba agobiarme en los exámenes de una hora, en los que volabas tan deprisa que no me daba tiempo a terminarlo y es que has sido tú y solo tú el que has estado desde la primera vez que vi la luz, desde que nací, hasta que hoy has teñido de blanco mi pelo y has traído unas arrugas a mi cara de las que me siento orgullosa, porque muestran las tantas veces que he sonreído. Y hoy, eres tú el que pone fin a mis días. Naciste y morirás conmigo, pero te ruego, que tú Tiempo, hoy tengas piedad y recuerdes todo lo que vivimos juntos y me dejes poder leer el libro que me enseñó a cuidarte. Sabes que siempre te tuve en cuenta, aunque a veces te odiase, otras quisiera matarte, pero en los mejores amores siempre hay peleas. Pero siempre he sabido que tú eras el que me dejaba hacer y deshacer mis hechos, mis dudas, mis recuerdos, y que tantas me privaste de ser feliz y tantas otras me acordé que eras mi amigo, no mi enemigo, y supe como volver a ser feliz e irradiar felicidad por medio de una sonrisa.



Así que hoy, te escribo por última vez amigo mío.

                                                                                          -Morgam-

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